Actualidad

Cimbra Histórica. Suministro de agua potable en situaciones de emergencia

Viernes, 04 Noviembre, 2022

En el número 406 de la revista de Ingeniería Civil Cimbra, editada por el Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, se recogía este artículo, elaborado por ITOP, sobre el suministro de agua en momentos de crisis, especialmente en lo relacionado a catástrofes naturales, y al abastecimiento a desplazados por conflictos bélicos, algo que, desgraciadamente, sigue siendo actualidad.

Os dejamos esta interesante publicación, que tenéis disponible online y cuyo link te ofrecemos al final de la misma. 

Introducción

La resolución aprobada por la Asamblea General el 28 de julio de 2010 sobre el derecho humano al agua y el saneamiento reconoce, entre otras cosas, que el derecho al agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos. Este derecho reconocido debe hacerse extensible al acceso en cantidad y en calidad adecuadas.

La Resolución aprobada por la Asamblea General el 28 de julio de 2010 sobre el derecho humano al agua y el saneamiento reconoce, entre otras cosas, que el derecho al agua potable y al saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos. Este derecho reconocido debe hacerse extensible al acceso en cantidad y en calidad adecuadas.

Por tratarse de un elemento determinante para la supervivencia en las fases iniciales de un desastre o emergencia, pero también por su función esencial para la dignidad humana, el abastecimiento de agua potable en emergencias es una de las primeras medidas en la respuesta humanitaria en desastres para todas las instrucciones que trabajan en la Acción Humanitaria. 

En este artículo, tratamos de sintetizar las acciones de respuesta inmediata, a corto y medio plazo en lo relativo al abastecimiento de agua para campos de refugiados y/o desplazados y los damnificados por catástrofes naturales, como los casos recientes del terremoto de Haití o el tifón en Filipinas el pasado año, donde los y las especialistas de Agua, Higiene y Saneamiento de las ONGD e instituciones se encargan del abastecimiento de agua potable usando los equipos y los materiales especializados para el sector. 

Para situaciones de emergencia, los criterios, las recomendaciones y los parámetros mínimos para definir las necesidades de agua y su calidad, así como la selección de los tipos y los lugares de las fuentes de agua, el tipo de tratamiento (tomando en cuenta las condiciones y la calidad del agua bruta), la mínima calidad de agua que debe producir este tratamiento y la forma de distribuir el agua, se regulan y están indicados en la Carta Humanitaria y Normas Mínimas para la respuesta humanitaria del Proyecto Esfera y por las directrices de calidad de agua de la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

Sin embargo, en este artículo, nos ocuparemos solamente de los parámetros mínimos para fijar las necesidades de agua y de su calidad. 

El objetivo de un abastecimiento rápido, equitativo y eficaz es hacer accesible el agua en cantidad y en calidad suficientes para mantener o reestablecer una situación de salud pública aceptable, disminuyendo así las incidencias de enfermedades relacionadas con el agua, la higiene y el saneamiento. Hasta que se alcancen los estándares mínimos de calidad y de cantidad, deberá darse prioridad al acceso equitativo a una cantidad suficiente de agua de calidad aceptable. 

Lo anterior siempre será preferible al suministro de cantidades inferiores de una calidad superior. 

Consideraciones previas

El punto de partida para diseñar una respuesta para el abastecimiento y acorde a las necesidades y a las circunstancias es conocer las condiciones previas, pues no puede pensarse en abastecer agua sin planificar cómo eliminar el agua residual, por ejemplo. Es decir, se debe contar con una evaluación de la situación que incluirá los siguientes aspectos para su análisis: estimación numérica de la población afectada (casi nunca hay censos); determinación de los recursos humanos y materiales disponibles a nivel local; conocimiento de la situación operacional, política y de seguridad (la seguridad puede afectar a la población y al personal de trabajo); análisis de las necesidades de abastecimiento (hábitos, cocina, medios de subsistencia, etc.); conocimiento de la estructura social y política de la población afectada, incluyendo aspectos culturales en relación al acceso y al uso del agua, así como de saneamiento; determinación de grupos de riesgo (población infantil, mayores, discapacitados y enfermos); consideración de los estándares nacionales de agua y de saneamiento del país afectado, así como de las normas y de las recomendaciones internacionalmente reconocidas; localización y análisis del estado de las vías de acceso a la población afectada y la libertad de sus movimientos; estudio del estado de las fuentes y de los sistemas ordinarios de abastecimiento y de saneamiento. En este sentido, si la situación no es analizada y comprendida adecuadamente, será muy difícil responder de manera correcta y eficaz a la emergencia. 

Estimación de las necesidades de agua. Normas mínimas del Proyecto Esfera

Generalmente, cuando se abastece agua en situaciones de emergencia, los estándares marcados por la Carta Humanitaria y por las Normas Mínimas de Respuesta Humanitaria del Proyecto Esfera son la guía que seguir. También es tenida en cuenta en otros sectores básicos de la acción humanitaria como el saneamiento, la higiene y otros, pues no puede pensarse en abastecer agua como una acción aislada. 

Las normas mínimas del Proyecto Esfera nunca deben ser entendidas como marcos rígidos sino que siempre hay que observarlas en conjunto con sus respectivas notas de orientación e indicadores. Además, hay otros factores asociados a la región, cultura, país de procedencia, etc., que deben tenerse en cuenta para ajustar y definir la demanda de agua. 

Así, por ejemplo, el abastecimiento a una población nómada acostumbrada a dotaciones pequeñas (tres litros por persona y día) diametralmente opuesto al de una población como la comunidad kurda del norte de Irak cuya dotación era muy superior (100 libros diarios).

Los estándares y las recomendaciones establecidos por Esfera, en la fase de emergencia, para el suministro mínimo en litros por persona y día son de 15 litros, coincidentes con los establecidos por ACNUR, OMS y OXFAM. En el cuadro incluido en el artículo en papel, se muestran las necesidades básicas de agua para asegurar la supervivencia. 

No se incluyen aquí otras recomendaciones de Esfera relacionadas con las cantidades mínimas de agua para las instituciones y otros usos, con indicadores de respuesta humanitaria en desastres para el abastecimiento de agua potable y con las condiciones que deben cumplir las instalaciones y los requerimientos en el abastecimiento y en el tratamiento de agua en emergencias, pero si el lector tiene interés en conocerlas podrá encontrarlas en dicho manual. 

Como ejemplos de estos datos, podemos señalar los cinco litros/día por paciencia ambulatorio y los 40-60 litros/día por paciente hospitalizado.

Parámetros asociados a la calidad del agua

En relación a la calidad de agua en emergencias, es importante dar a conocer lo señalado en las declaraciones de la OMS y del proyecto Esfera: “…que en una primera fase agua de un desastre y hasta que se hayan cumplido las normas mínimas relativas a la cantidad y a la calidad del agua, la prioridad es facilitar un acceso equitativo a una cantidad adecuada de agua, incluso si es de calidad mediaâ€.

Por esta razón, el agua debe tener un sabor agradable y ser de suficiente calidad para poder ser bebida y utilizada en la preparación de alimentos o para la higiene personal sin que presente un riesgo para la salud, además de cumplir los parámetros de calidad de agua ya comentados.

En situaciones de emergencia que impliquen grandes concentraciones de personas, las medidas de saneamiento son de gran importancia. En el caso de que existan dudas sobre la calidad microbiológica del agua, ésta deberá ser tratada con desinfectante residual como primera medida para garantizar condiciones mínimas de potabilidad. Eliminar el riesgo de contaminación de agua mediante la adecuada eliminación o tratamiento de heces y orina tal como indicamos más adelante, previene el desencadenamiento de epidemias como cólera o disentería. Por ello, la eliminación de excretas es crucial desde los primeros días (Pérez Foguet, 2006).

Por otra parte, es difícil evaluar la calidad del agua. Se considera que cualquier agua disponible en una emergencia siempre está contaminada, especialmente cuando se extrae de la superficie (lagos, estanques, ríos, etc.). En este sentido, las fuentes de agua deben estar perfectamente separadas de las instalaciones de saneamiento y de otros posibles focos de contaminación y, en numerosas ocasiones, habrá que establecer sistemas de tratamiento del agua para que ésta sea potable y garantizar la salubridad de la misma hasta su consumo por parte de las familias.  

Las referencias y los parámetros más relevantes en cuanto a cantidad y calidad para el abastecimiento de agua en emergencias son: dotación de 15 litros por persona y día; la calidad de agua abastecida en instalaciones de emergencias que tenga una turbidez de menos de cinco NTU y un residual de cloro libre de mínimo 0,5 mg/litro. Si se cumplen estos parámetros de calidad, se puede asumir que la contaminación microbiológica está en el parámetro de 0 E-coli en 100ml.

Vigilancia en la calidad del agua. Análisis del agua

Los equipos desplegados en el terreno disponen de kits de análisis para estudiar muestras y realizar los controles con una frecuencia ya establecida y protocolizada. Se deben analizar siempre características físicas como la turbiedad, parámetros como el pH y cloro residual, así como la detección de presencia de microorganismos (e-coli) y de elementos minerales como potasio, calcuio, sulfatos, hierro, nitrato, nitritos, fosfatos, etc.

La turbidez se mide con la ayuda del turbidímetro, que es un tubo transparente y graduado que se llena del agua a analizar y se va vaciando hasta poder distinguir con claridad un círculo dibujado en el fondo del tubo. La medida del nivel de agua que permita ver el círculo mencionado indicará las NTU (Nephelometric Turbidity Units – unidades nefelométricas de turbiedad) de esa agua.

El método más rápido y sencillo para evaluar el cloro residual es el indicador DPD (dietil-apra-fenildiamina) mediante un kit de comparación. En esta prueba, se añade una tableta de reactivo a una muestra de agua, que la tiñe de rojo. La intensidad del color se compara con una tabla de colores estándar para determinar la concentración de cloro en el agua. Hay muchos kits disponibles en el mercado para analizar el cloro residual en el agua, como el que se muestra más abajo. Los kits son pequeños y portátiles.

El pH del agua se hace de manera similar al cloro residual mediante un medidor con un patrón de comparación y escala de colores. 

Para el análisis bacteriológico se utiliza un pequeño laboratorio portátil con kits de campo del método de filtración por membrana con un resultado cuantitativo (kit del Agua OXFAM, kit Milliflex MILLIPORE) que consta de placas de cultivo, filtros donde se siembran con un medio de cultivo las muestras obtenidas, recipientes esterilizables in situ con metanol, un sistema de filtración por vacío y una pequeña incubadora que funciona con batería recargable con electricidad a 125, 220 y 12 voltios. 

Los análisis químicos del agua son, por lo general, costosos, lentos y poco accesibles en zonas poco desarrolladas. Por esto, la determinación de sustancias tóxicas en el agua de consumo no es una tarea fácil de realizar en emergencias. Suele ser bastante útil recabar datos sobre las patologías relacionadas con tóxicos que se presentan de forma endémica en estas zonas, como por ejemplo saturnismo, fluorosis, intoxicaciones por arsénico, organofosforados, algunos tipos de bocio, etc. además de conocer la actividad agrícola, industrial o minera que se realice por áreas adyacentes. 

Cuando se trate de un proyecto de desarrollo, donde la trascendencia de nuestra actuación en el tiempo será mayor, sí es importante que tengamos un estudio químico del agua que vamos a captar, a tratar y a distribuir. 

Además, siempre debe haber una persona especializada, con experiencia y/o formada en este tipo de acciones.

Los puntos de muestreo para la vigilancia de la calidad del agua en situaciones de emergencia o de desastre son (Organización Panamericana de la Salud, 2007):

  • Fuentes de agua y/o captaciones: agua cruda de ríos, lagos, embalses, pozos, galerías de filtración, manantiales, agua de lluvia, plantas de tratamiento, etc. 
  • Puntos de distribución: redes, camiones cisterna, líneas temporales, etc.
  • Puntos de almacenamiento: tanques portátiles, reservorios (rígidos y flexibles), bidones, baldes, etc.
  • Manejo intradomiciliario: baldes, bidones y otros medios de almacenamiento. 

La frecuencia del muestreo de la misma fuente tiene como objetivo definir la continuidad del seguimiento que debe efectuarse de la calidad del agua destinada al consumo humano. Durante la emergencia se recomienda que el muestreo sea diario, situación que en el período de la rehabilitación y reconstrucción se regirá de acuerdo con lo establecido en las normas de cada país. 

Medidas mínimas para evitar la contaminación del agua

Para lograr que el agua llegue a ser consumida con los mínimos de calidad mencionados, es necesario que se tomen medidas de protección en la totalidad del proceso, desde la fuente de agua hasta los recipientes con los que se transporte y se almacena en los hogares.

En primer lugar, la fuente debe haber sido seleccionada lejos de cualquier foco de contaminación y la misma debe protegerse para evitar la contaminación por gérmenes fecales (por deyección de animales o personas, entrada indirecta a través de filtraciones u objetos contaminados). 

Además, es necesario dotar de sistemas adecuados para la captación, el almacenamiento y la distribución que garanticen la calidad del agua en el momento de consumo. Por tanto, es muy importante establecer un protocolo de seguimiento del nivel de calidad del agua que permita conocer la calidad de la misma en los puntos de muestreo ya establecidos y poder detectar cualquier problema con anticipación suficiente. 

A todo este proceso, le debe acompañar un programa de educación sanitaria dirigido a la población (higiene personal y del hogar, control de excretas y de residuos, etc.). Así, se recomienda que cada hogar disponga de un recipiente de recogida de agua con capacidad aproximada de 10-20 litros y, además, un recipiente de almacenamiento de 20 litros, ambos de cuello estrecho y con tapa. También deberán disponer de 250 gramos de jabón por persona y mes y, en general, tener acceso a baños separados por sexo en cantidad suficiente para asegurar que la frecuencia del uso sea aceptable. 

La contaminación de la fuente o de la red de distribución es más peligrosa que la contaminación en el hogar si se tiene en cuenta el número potencial de personas que se podrían afectar y, siendo ésta, con demasiada frecuencia, la causa de brotes epidémicos. Por esta razón sin descuidar todas las fases del suministro, hay que prestar especial atención al as fuentes y a la distribución del agua. 

La bibliografía especializada y las recomendaciones de ONGD con experiencia en el sector, así como el manual de Esfera, recomiendan que las fuentes de agua deben situarse al menos a 30 metros de los posibles puntos de contaminación como letrinas, puntos de vertido de basuras, etc., y el fondo de las instalaciones de eliminación de excretas y de residuos sólidos debe estar al menos 1,5 metros por encima del nivel freático. En la mayor parte de los casos, esta distancia es suficiente (no suele haber trazas de residuos fecales más allá de unos pocos metros), excepto en terrenos saturados. En cualquier caso, es muy recomendable localizar las instalaciones aguas debajo de las fuentes de las mismas. 

En el caso de inundaciones o con niveles freáticos cercanos a la superficie del suelo, será necesario construir letrinas elevadas o fosos sépticos para contener los excrementos y evitar así la contaminación del área de influencia.

Acciones de respuesta inmediata

Se entiende por acciones de respuesta inmediata aquellas medidas orientadas a salvar vidas y garantizar a muy corto plazo unos mínimos en términos de acceso seguro al agua.

El abastecimiento y, en especial, el tratamiento de aguas superficiales puede ser una medida adaptada y rápida ante situaciones de emergencias en las que hay un gran número de personas damnificadas como consecuencia de un conflicto o un desastre.

La evaluación de las necesidades y de los recursos existentes, así como la instalación de sistemas provisionales de abastecimiento, llevará un tiempo. Por ello, es necesario poner en marcha acciones inmediatas que garanticen el acceso al agua en este primer periodo, como por ejemplo transportar el agua hasta el emplazamiento. Una práctica habitual es hacerlo con camiones cisterna (water trucking) no siendo sin embargo recomendable que se mantenga esta práctica en el tiempo. 

Cuando el agua disponible no satisface las necesidades, en cantidad y/o calidad, o cuando se necesita tiempo para explorar y desarrollar nuevas fuentes de abastecimiento, deberá contemplarse la necesidad de reubicación de personas afectadas. 

Se enumeran, a continuación, una relación de medidas de respuesta inmediata para garantizar dotaciones mínimas de agua potable en una situación de emergencia (Pérez Foguet, 2006):

  • Localización y protección de las fuentes de agua para evitar la posible contaminación humana y/o animal así como vandalismo (cercado, cubierta, personal de control, etc.).
  • Asegurar y realizar las reparaciones inmediatas en los lugares de almacenamiento y de tratamiento de agua que permitan el restablecimiento de los sistemas en parte o en su totalidad.
  • Organizar los camiones cisterna, solo si es realmente necesario, es una medida no sostenible en el tiempo.
  • Organización de la distribución de agua. Atención a los picos de demanda. Garantizar la cloración en los tanques y, si no es posible, asegurar la cloración individual en los contenedores familiares.
  • Controlar la distribución de agua en los puntos muy utilizados para evitar problemas. Asegurar el acceso al agua a los grupos vulnerables.
  • Minimizar las pérdidas de agua: fugas, mala utilización, derroche, etc. En caso de ser necesario, establecer horarios de reparto y racionamiento del agua.
  • Repartir recipientes adecuados para la recogida y almacenamiento de agua en los hogares.
  • Apoyar a las comunidades e iniciar campañas de salud e higiene. Una densidad de población muy alta en campos, la falta de condiciones mínimas de salubridad e higiene y el cambio de las condiciones del entorno pueden suponer un foco de infecciones y de contagio. 
  • En el caso de reasentamientos, para los afectados supone un cambio drástico de las condiciones a las que están acostumbrados y en las cuales las prácticas habituales pueden no ser posibles. En estos casos, es importante acentuar las medidas preventivas.
  • Garantizar la disponibilidad de jabón para todas las familias (250 gramos por persona y mes).
  • Organizar un sistema de control y de seguimiento de los niveles de acceso y de abastecimiento (demanda y uso, capacidad de fuente, tratamiento, campaña de higiene, etc.). 

En un primer momento, se priorizará la producción y, una vez garantizada, se trabajará para acortar distancias y facilitar el acceso.

Se considera que la respuesta inmediata se produce en el periodo de los tres primeros meses desde el inicio de la crisis. Durante este periodo, el objetivo es que la población afectada tenga acceso al agua potable con una dotación mínima diría de 15 litros por persona y día. 

Acciones de respuesta a medio y a largo plazo

Pasados los tres primeros meses y habiendo logrado suministrar agua en calidad y en cantidad adecuadas, se debe trabajar con la vista puesta en el medio y en el largo plazo para mejorar las condiciones de acceso al agua, prevenir posibles problemas sanitarios y garantizar el adecuado mantenimiento de sistemas y de equipo.

Buscar la sostenibilidad de la respuesta, reduciendo la dependencia del apoyo externo y enlazando con los procesos de rehabilitación y desarrollo es calve en la sostenibilidad del proceso y para que se alcancen las condiciones de vida anteriores a la emergencia y a la mejora de las mismas. 

En el caso de campos de refugiados o de desplazados, a menos que se trate de situaciones claramente temporales, las necesidades de agua irán creciendo a medida que se normalice la situación. Si se prevé que las personas desplazadas o refugiadas no vayan a regresar a sus hogares de forma rápida, será imprescindible sustituir los sistemas de distribución temporales por otros más sostenibles y fiables. 

Toda intervención a medio o largo plazo debe tener en cuenta las siguientes consideraciones:

  • Mejora de las condiciones de almacenaje para garantizar reservas suficientes y facilitar el control de los pisos de demanda.
  • Mejora de los procesos de tratamiento y búsqueda de las fuentes que garanticen mayor calidad y reduzcan de los tratamientos (paso de aguas superficiales a subterráneas). 
  • Mejora de los sistemas de distribución (garantía de acceso equitativo, ratios de personas por punto, distancias, tiempo de espera para la recolección…). 

Autores. Tomás Mata Cubillo, Ingeniero Técnico de Obras Públicas, Ãlvaro Sáiz Miguel, ITOP, y Alfonso Cortés Pérez, ITOP. 

Artículo aparecido en el número 406 de Cimbra, relativo a enero-abril de 2015. Puedes verlo completo, aquí.