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Historia de la gestión de la construcción y conservación de carreteras y vialidad invernal (y II)

Jueves, 26 Marzo, 2020

El desarrollo de la gestión de la vialidad invernal de forma global se produce paralelamente al desarrollo del resto de sistemas de gestión de la carretera. Pero antes de entrar al detalle, conviene a analizar cuáles son los problemas generados por la vialidad invernal, los factores que intervienen y cuáles son sus posibles soluciones.

Para ello, se debe distinguir entre las causas y las consecuencias, cosa que, aunque en un primer acercamiento pudiera parecer evidente, pero no lo es tanto.

Durante la época invernal, el frío y las precipitaciones provocan una serie de consecuencias, de afecciones en los medios de transporte terrestre. Así, mientras que algunas de ellas se llevan manifestando desde el inicio del desarrollo de los transportes, otras lo han hecho de forma patente durante el desarrollo de los medios de transporte.

Existen tres problemas fundamentales que surgen como consecuencia de la época invernal:

  • La interrupción de la vía de comunicación por la acumulación de nieve. Los grandes problemas de distribución del correo que se han registrado desde los albores de la civilización por estar las comunicaciones interrumpidas debido a las copiosas nevadas que se producían en los pasos montañosos.
  • Los problemas derivados de un drenaje insuficiente, inexistente o mal diseñado. Se puede identificar con la aparición y generalización de los carros de tiro animal, la problemática de los insuficientes o inadecuados sistemas de drenaje de los caminos, incluyendo sus cunetas. Éstas dificultaban o incluso impedían el uso de éstos por la existencia de charcos, badenes impracticables, acumulaciones de aguas provenientes de fuertes precipitaciones o deshielos e incluso la ruina parcial de tramos.
  • La disminución o pérdida de la interacción neumático-pavimento. No se identifica con claridad este problema hasta que se procede a pavimentar la superficie de los caminos, dotándolos así de una superficie dura. Esto permitió la mejora de la comodidad y de las condiciones de circulación mediante el aumento, tanto de la velocidad de transporte como del volumen y peso de las cargas transportadas. La disminución o pérdida de la interacción neumático-pavimento se produce por la aparición en la superficie de la carretera de un material que impide el contacto directo del neumático con el pavimento y, por tanto, anula o dificulta la adherencia entre ambos al disminuir rápidamente el coeficiente de rozamiento de los neumáticos con el firme. En el caso de la vialidad invernal, este material puede ser hielo o nieve.

Dichos problemas han ido apareciendo y solucionándose junto con el desarrollo de las carreteras y la evolución de la técnica y de los sistemas de mantenimiento. Así, se ha pasado de un primer momento (anterior al siglo XVII), en el que el mantenimiento era prácticamente inexistente, a los modernos sistemas y técnicas de gestión actuales, pasando por diversas etapas de desarrollo.

De mediados del siglo XVIII a los inicios del siglo XIX, los problemas fundamentales a los que se hacía frente eran la propia interrupción de la vía por nieve o por efecto del agua procedente de lluvias torrenciales o del deshielo. Éstos se solucionaban con técnicas más o menos básicas por los dueños de las tierras colindantes primero y por los vecinos de los municipios colindantes a partir de finales del siglo XVIII.

Desde los inicios del siglo XIX, las técnicas de conservación fueron, junto con las de construcción, mejorando paulatinamente. Una vez que se introdujo y se generalizó el uso de los pavimentos y de los neumáticos, apareció de forma patente la problemática de la pérdida de interacción rueda-pavimento por los fenómenos de nieve y hielo. Se generalizó, también, el uso de abrasivos para aumentar el coeficiente de rozamiento durante esos episodios y se comenzó a utilizar, ya al final de este periodo, otros sistemas que pasaban por la eliminación de la causa que generaba esa pérdida de adherencia: se introducen las sales de deshielo. 

Una vez solventados los dos primeros problemas con:

  • Un buen diseño de las carreteras.
  • Orientaciones adecuadas de los pasos de montaña, evitando la formación de zonas de acumulación de nieve tales como trincheras y ventisqueros.
  • Eligiendo en la medida de lo posible un trazado adecuado de la carretera (con especial atención a la cota y pendiente máximas). 
  • Diseñando y manteniendo adecuadamente una red de drenaje tanto longitudinal como transversal. 

La vialidad invernal actualmente se identifica con el tercer problema enunciado, por lo que a carreteras de primer orden se refiere, circunscribiéndose los trabajos de vialidad invernal al mantenimiento de las condiciones de circulación de vehículos en un  unos parámetros de comodidad y seguridad. Esto lleva aparejado la exigencia de evitar la interrupción de la vía de comunicación, aunque en ciertos momentos pueda verse restringida puntualmente la circulación mediante cortes de circulación a vehículos pesados o el uso de cadenas. 

Últimas décadas

Ya a finales de los años 80 y principios de los 90 del pasado siglo, con la generalización de los contratos de conservación, se abandonó de forma definitiva el uso de los abrasivos. Se generalizó, así, la utilización de los fundentes en estado sólido, que han evolucionado, durante las últimas décadas, al uso primero puntual y después más frecuente, de sales humectadas y salmueras.

En los últimos años, se ha llegado a sistematizar la aplicación de salmueras para prevenir la aparición de hielo. Actualmente, se están utilizando salmueras en numerosos sectores para la realización de los tratamientos curativos. Así, según se realiza la retirada de nieve mediante medios mecánicos (máquinas quitanieves), se favorece la fusión de la nieve que quede en la calzada, así como la eventual formación de hielo mediante la extensión de fundentes.

La evolución de las carreteras, de la técnica, de sus sistemas de gestión y de las técnicas de vialidad invernal, se desarrolló de manera paulatina. En primer lugar, se introdujeron los cambios y avances técnicos de manera puntual y, en segundo, y una vez constatada su efectividad, se generalizaron. Se procedió a su integración en los sistemas de gestión de conservación y vialidad invernal. 

No hay que olvidar, sin embargo, que la red de comunicaciones existentes en un territorio es extremadamente grande y completa. Existen caminos de todos tipos, condiciones y necesidades, asfaltados y sin asfaltar. De esta manera, la problemática derivada de la climatología invernal sin duda se manifestará en ellos, debiéndose solucionar en cada caso de acuerdo con las necesidades de los usuarios y los medios que tengan a su disposición los gestores de carreteras y caminos. Solución, por tanto, de compromiso que debe ser ponderada y razonable, para lo que será necesaria la evaluación del ratio coste-beneficio de la misma. 

Artículo escrito por Rubén Tino Ramos, Doctor en Ingeniería Mecánica y de Materiales e Ingeniero Civil. Más información en

Imagen: Pixabay.