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La formación en tecnología BIM en España

Miércoles, 30 Septiembre, 2020

Si bien es cierto que Building Information Modeling (BIM) es una tecnología conocida y aplicada en España desde hacía tiempo, sobre todo en proyectos internacionales, desde que el Ministerio de Fomento creara en julio de 2015 la Comisión esBIM, se ha generado en España un gran interés por BIM, introduciéndose en la normativa española como Modelado Digital de la Información de la Construcción (Ley 9/2017, de ocho de noviembre, de Contratos del Sector Público, 2016). 

Para el manejo de un nuevo término en un mercado, es importante tener un concepto claro de qué significa cuando hacemos mención a él para comprender toda su amplitud y complejidad. De otra forma, se tendrá un conocimiento parcial o sesgado, no pudiéndonos adentrar con firmeza en este ámbito. 

Por ello, antes de avanzar en la formación en BIM es importante definir el término. BIM no es solo un programa informático, no es solo una metodología, también es un habilitador tecnológico, por lo que BIM se puede considerar como tecnología. Según la RAE, una tecnología es el “conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”. Por tanto, podríamos definir BIM como un “conjunto de herramientas digitales, medios digitales y físicos y metodologías para su gestión al servicio de la Construcción para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.

Construcción y formación de los Ingenieros Civiles en los últimos 200 años

El desarrollo de la Construcción ha transcurrido y transcurre de forma paralela al de la industria, con un desfase en el tiempo entre el desarrollo industrial y su traspaso a la Construcción. Así, a finales del siglo XVIII, se produjo la denominada primera revolución industrial, basada en las innovaciones mecánicas y la máquina de vapor. En España, este desarrollo industrial produjo un gran aumento de las infraestructuras. Ya a finales del siglo XVIII, comenzaron las primeras regulaciones y planes de carreteras, pero fue en el siglo XIX cuando las infraestructuras y, por consiguiente, la Ingeniería Civil como profesión despegaron con la Construcción de numerosas carreteras, puertos, faros, aprovechamientos de agua y los primeros “ferro-carriles”. 

La necesidad de formación de técnicos para el proyecto y Construcción de infraestructuras dio lugar a que en 1802 se fundara la Escuela del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, impulsada por Agustín de Betancourt. Como ejemplo del trasvase entre industria y Construcción, baste citar la aplicación del hierro, material eminentemente industrial, en la Construcción de puentes. Así, en 1822, se construyó en Burceña (Vizcaya) el primer Puente colgante de España (Romero, 2016).

A lo largo de la primera mitad del siglo XIX, fue creciente la ejecución de obras públicas de todo tipo, lo que dio lugar al Ministerio de Fomento. Ante este desarrollo, el Director General de Obras Públicas, D. Cipriano Segundo, publicó en 1856 la Memoria sobre el Estado de las Obras Públicas en España. En ella, explica la necesidad que había de armonizar el sistema personal, justificando que, mediante Real Decreto de 12 de abril de 1854, se estructurara éste en ayudantes, auxiliares y sobrestantes, en orden descendente de la cualificación, para el apoyo en el proyecto, la Construcción y la conservación de las obras públicas respectivamente, creándose así el Cuerpo de Ayudantes de Obras Públicas, origen de la profesión de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, a la que se accede actualmente mediante los estudios de Grado en Ingeniería Civil.

 Pasaron, por tanto, más de 20 años desde que comenzó la revolución en la Construcción de las obras públicas hasta que se creó la formación reglada de Ingenieros de Caminos y más de 70 años hasta crear la formación reglada de Ayudantes de Obras Públicas.

La importancia transformadora del territorio que tuvo la navegación interior con los canales de Aragón y Castilla, se reflejó en la formación de los técnicos con la asignatura Navegación Interior en el Real Decreto de 10 de agosto de 1855.

La Segunda Revolución Industrial se produce en el último cuarto de siglo XIX y se basa en la electricidad (1871, la primera central eléctrica de uso comercial) y el petróleo (en 1886, el primer automóvil de combustión interna). En el campo de las infraestructuras, esto se tradujo en un decisivo impulso de las comunicaciones, aún insuficiente para el desarrollo económico del país.

Pero esos avances, fundamentales en la Ingeniería, no se plasmaron en los estudios hasta varias décadas después. Así, por ejemplo, en las oposiciones al Cuerpo de Ayudantes de 1903 no se hace mención a la electricidad y, aunque se comienza a mencionar el cemento armado (Gaceta de Madrid, 1903), éste último ya tenía un gran número de patentes a finales del siglo XIX.

Casi 30 años después, sí aparece la Electricidad en el Plan de Enseñanza de la Escuela de Ayudantes de Obras Públicas del año 1931. También aparece el Hormigón Armado y desaparece la Navegación Interior (Gaceta de Madrid, 1931).

Fruto de esa Segunda Revolución Industrial, las obras públicas de la primera mitad del siglo XX tuvieron una gran expansión en número y complejidad técnica. Algunos ejemplos son el Circuito Nacional de Firmes Especiales con la Construcción de más de 7.000 kilómetros de carreteras, el Plan Nacional de Obras Hidráulicas, estructuras como el Hipódromo de la Zarzuela o el viaducto de San Gil. Ante este gran desarrollo y coincidiendo con el centenario de la creación del Cuerpo de Ayudantes de Obras Públicas, en 1954 aparece la Asociación de Ayudantes de Obras Públicas, que solicita, debido a la complejidad de las técnicas, que la enseñanza sea de tres años (antes era de dos años y tres meses) y que se añadan nuevas materias. 

Para estos nuevos estudios, en el BOE de 12 de agosto de 1959 se crean cátedras específicas como la de Obras Marítimas, Faros y Balizas y Aeropuertos, la de Mecánica Aplicada, la de Caminos Ordinarios y Firmes o la de Electrotecnia. 

La Tercera Revolución Industrial comienza en los años setenta del siglo XX con la electrónica y el nacimiento de los ordenadores. Esto ha permitido a la industria la automatización de procesos. El trasvase a la Construcción ha dado lugar a un gran avance en la tecnificación e industrialización de la Construcción, que se ha generalizado en la última década del siglo XX y la primera del XXI. En estos años, por ejemplo, se han construido grandes túneles mediante tuneladoras, donde se conjugan los avances de la técnica constructiva como la automatización y la prefabricación.

A pesar de estos avances en la ejecución de las obras, posiblemente el mayor cambio se produjo en la fase de proyecto, donde la irrupción del ordenador cambió la forma de proyectar. Por un lado, por el paso del papel al ordenador y, por otro, por la potencia de análisis que este medio proporcionaba, lo que posibilitó realizar análisis y, por tanto, proyectos que antes no eran posibles o, cuanto menos, inciertos.

A finales del siglo XX, aparecen nuevas preocupaciones en la Construcción: la conservación, el mantenimiento, el medioambiente o la seguridad y la salud de los trabajadores.

Ante este escenario, aparecen las Ingenierías Técnicas, como la de Obras Públicas (BOE, 1964). En estos últimos 50 años, se han producido diferentes planes de estudio que han ido incorporando la formación para la tecnificación. Así, a finales de los años 80, aparecen en los estudios la asignatura de Aplicación de Ordenadores. Con el plan del 96, en algunos estudios aparece la asignatura de C.A.D. y optativas con las que se comienza a mirar hacia la conservación como Patología y Rehabilitación en Obras Públicas o Planificación y Gestión del Agua. Pero en la Orden CIN/307/2009, que regula los títulos de Ingeniero Civil, donde toman una dirección más clara hacia la formación, no solo para el proyecto y la Construcción, sino también para la explotación de las infraestructuras: Explotación y Conservación de Carreteras, Explotación, Planificación y Operaciones Portuarias, Evaluación de Recursos y Planificación Hidrológica o Gestión del Espacio Fluvial. 

Formación para el nuevo paradigma de la Construcción: Construcción 4.0

Desde 2011, se ha calificado a la actual situación de avance tecnológico como la Cuarta Revolución Industrial o Industria 4.0. La Construcción no está siendo ajena a este cambio, por lo que conocer cómo hemos afrontado anteriores situaciones debe servirnos de reflexión para abordar la formación para la actual revolución.

La Industria 4.0 o Industria Inteligente da lugar a la Construcción 4.0., que se podría resumir en la digitalización de la Construcción: modelos virtuales, metodologías de trabajo de la industria como Construcción sin pérdidas (lean construction), realidad virtual, aumentada o mixta, sensórica, robótica, etc. En este entorno, la tecnología BIM emerge como aglutinadora de la digitalización, aunando metodología de trabajo, herramientas de generación de modelos virtuales y siendo habilitador tecnológico de otras tecnologías.

La actual revolución se produce en una situación donde la velocidad de los cambios ya no se mide en décadas como en revolucione anteriores. Esta situación de cambio continuo se viene denominando VUCA: Volatibilidad, Incertidumbre (uncertainty en inglés), Complejidad y Ambigüedad, que debe ser tenida en cuenta en la configuración de la formación de los profesionales. 

Hasta ahora, la formación se ha realizado sobre lo conocido y para un futuro conocido pues, aunque se han ido produciendo avances de la técnica, no ha habido cambios disruptivos. Los avances se han producido a una velocidad que ha permitido que la mayoría de los técnicos los hayan asimilado y aplicado a lo largo de su vida profesional con formaciones específicas y muy puntuales.

Pero esto ha ido cambiando en las últimas décadas y cambiará más aún en el futuro, como lo demuestra el estudio Reinventing construction: a route to higher productivity, realizado por McKinsey Global Institute en 2017. 

Este estudio resume en siete áreas cuáles deberían ser las acciones de la Construcción para impulsar la productividad a través de su digitalización (ver gráfico en el artículo completo de Cimbra 417).

Por tanto, es necesaria la recualificación de todos los intervinientes, por lo que la digitalización y BIM deberán llegar a los más de un millón de trabajadores de la Construcción que hay en España (Fundación Laboral de la Construcción, 2020). De alguna forma, si la expresión gráfica ha sido el lenguaje común en el que se ha comunicado la Ingeniería en los dos últimos siglos y ha permitido hasta ahora reunir múltiples disciplinas en un único proyecto, la tecnología BIM asume esa función aglutinadora de disciplinas, convirtiéndose en la vía de transmisión y almacenamiento de información de un proyecto, entre las distintas disciplinas profesionales y entre las distintas funciones de los técnicos que intervienen en el mismo.

Pero la formación en BIM no puede ser la misma para todos y deberá tener un alcance específico según cada profesional y, dentro de cada profesión, para cada puesto de trabajo concreto. En el caso de un Ingeniero Civil, su formación debe comenzar, si no la tiene, en adquirir competencias generales para la digitalización, pero dentro de la metodología BIM: gestión de uno mismo y de otros, capacidad de análisis, operación y control de equipos de trabajo, coordinación con otros intervinientes, control de calidad, análisis, toma de decisiones o gestión del tiempo.

La formación BIM del Ingeniero Civil

Actualmente, existe una amplia oferta formativa, centrada fundamentalmente en BIM para la fase de proyecto, como ha venido haciéndose en los últimos 150 años. La oferta de formación para la Construcción desde la perspectiva de la constructora es muy escasa. Aún más lo es la formación para la explotación de infraestructuras.

Esta oferta está enfocada, en muchos casos, a aprender herramientas para el desarrollo de las dimensiones BIM: 3D, 4D y 5D con herramientas de gestión de los modelos o coordinación entre disciplinas, siendo menor el peso de la formación en la metodología y el trabajo colaborativo que ella conlleva. Así, el número de herramientas que intervienen parea el desarrollo de proyectos de Ingeniería Civil en BIM es inmenso, pues abarca prácticamente todas las herramientas empleadas actualmente, pero interrelacionándose con las propias de la tecnología.

Esta amplia oferta formativa se encuentra muy segmentada, desde cursos de unas pocas horas hasta máster de más de mil. El tipo de entidad que la oferta también es muy amplio, tanto privado como público. Así, hay empresas privadas con una amplia trayectoria en formación online o academias nacidas a raíz de la necesidad formativa en BIM. En cuanto a la oferta pública, está la formación impartida por universidades con títulos propios o títulos oficiales acreditados por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA).

Ante este maremágnum de formación, el Ingeniero Civil puede verse abrumado, por lo que es necesario aclarar varias cuestiones. Un número importante de la formación son másteres BIM, sin entrar a valorar si más centrados en la metodología o en herramientas que debe hacer el interesado. Sorprende, así, la duración tan variable, con formaciones de 200 horas y otras de 1.500 horas.

En la formación oficial, un máster es una formación de postgrado, se accede, por tanto, con un título de Grado, con al menos 60 créditos ECTS. El crédito mide la carga de trabajo del alumno y engloba las horas de docencia y su trabajo personal para adquirir las competencias que da el título. Un crédito ECTS equivale a entre 25 y 30 horas, según la universidad, siendo 25 horas el valor más habitual. Así, un más oficial de 60 créditos, que dura un curso académico, equivale a 1.500 horas de trabajo del alumno. Un máster de 200 horas en la formación no reglada se denomina curso especialista en la universidad.

En el momento actual, el único máster oficial (acreditado por ANECA) en el ámbito de la Construcción es el Máster Universitario en Metodología para la Modelización de la Información de la Construcción  (BIM) en el Desarrollo Colaborativo de Proyectos que se imparte en la Escuela Politécnica de la Universidad de Extremadura.

Competencias BIM para la formación del Ingeniero Civil

Para que la formación responda a las necesidades del mercado, ésta debe estar basada en la adquisición de las competencias que aquél requiere. A falta de estudios sobre cuáles deben ser, podemos al menos vislumbrar cuáles son las demandas a través de los requisitos que exigen los pliegos de licitación, como los de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (ver figura incluida en el artículo de Cimbra 417). 

Pero este caso es una excepción, pues en la mayoría de los pliegos no se solicitan capacidades técnicas o, si lo hacen, no las definen. Como ejemplo, este extracto de un pliego: “Se valorará por cada uso la metodología a aplicar, recursos, hardware, software y competencias mínimas requeridas”. 

Esta indefinición también se plasma en el documento Definición de Roles en Procesos BIM de la Comisión esBIM, donde solo se indica cuáles son las responsabilidades y no las competencias técnicas para desarrollarlas. Todo ello hace difícil que la formación se adapte a las competencias que demanda el sector, pues la definición de esas competencias debe ser la base en la que se fundamente la creación de los estudios que formen a los Ingenieros Civiles.

Finalmente, para dar garantía al sector, esa formación debe tener una acreditación mediante supervisión externa independiente que garantice que se cumple. De esta forma, el licitador podrá verificar que una determinada formación cumple con los requisitos de competencias que solicita. 

Cómo debe plantearse la formación BIM de un Ingeniero Civil

La formación de un Ingeniero Civil puede comprender los cuatro ámbitos que engloba el BIM (Personas, Proceso, Normativa y Tecnología). Por tanto, queda claro que la formación BIM no puede centrarse exclusivamente en la tecnología y en el manejo de herramientas, dejando de lado el trabajo colaborativo, la gestión de la información y de estándares que forman parte de la tecnología de forma inseparable. 

Esto supone un campo muy amplio, por lo que la primera reflexión que debe hacer el Ingeniero Civil es si quiere o necesita adquirir una formación generalista o especializada. La siguiente pregunta para planificar su formación es: ¿hasta qué nivel y a qué velocidad debo adquirir esta formación? Esto dependerá, según Bwe-Richards, del nivel de la madurez del país, la zona o el sector al que se dirija.

La decisión final estará condicionada por la de su trayectoria profesional y el objetivo que se plantee a futuro. Así, si actualmente tiene una trayectoria consolidada, por ejemplo, en el trazado de carreteras, no parece lógico formarse en herramientas y procesos del diseño de estructuras. En este caso, lo más recomendable sería una formación mediante cursos o másteres especializados. 

En esta formación especializada, la universidad puede aportar un apoyo en ámbitos, que, por su especificidad, no estén cubiertos por la oferta privada. Así, por ejemplo, la Universidad de Extremadura oferta, desde 2018, el único curso de Experto Profesional para la Formación de Coordinadores de Seguridad y Saludo con la Metodología BIM con una duración de 220 horas. 

En el caso de que no se tenga una trayectoria profesional definida por haberse titulado recientemente o por querer cambiar profesionalmente, lo más adecuado es una formación generalista que le proporcione una visión de conjunto de BIM, que debe abarcar herramientas y metodología: comprender y aplicar la generación de modelos digitales, la coordinación y control de dichos modelos, el desarrollo de la información 4D y 5D a partir de un modelo digital y conjugando el empleo de herramientas propietarias y aquellas que permiten el empleo de formatos en abierto. 

Además, es fundamental que todo ello se realice aprendiendo la metodología y el trabajo colaborativo bajo plataformas BIM como REVIT, AECosim, Archicad., etc. y herramientas de Entorno Común de Datos (ECD).

El desarrollo de un proyecto BIM lo realiza un equipo en el que los perfiles BIM no son cargos en la empresa, sino funciones y responsabilidades asignados a personas del equipo. Un perfil puede ser desarrollado por más de un miembro del equipo o un miembro puede asumir más de un perfil. De esta forma, al igual que no existe el título de Jefe de Obra o Director de Obra, parece que no es necesario un título de BIM Manager o BIM Coordinator, sino una formación que al Ingeniero le permita desenvolverse en diferentes perfiles según sus capacidades en Construcción y en BIM. 

Máster BIM de la Universidad de Extremadura

Actualmente, es el único máster oficial de BIM acreditado por ANECA en el ámbito de la Construcción en España. Está estructurado en una formación metodológica inicial, con especialización en tres ámbitos de la Construcción: Ingeniería Civil, Edificación y Captura de la Realidad y, finalmente, la selección de asignaturas optativas que permitan al alumno configurar su formación. En él, se trabaja tanto la metodología BIM como las herramientas principales de BIM y de cada especialidad. 

Su puesta en marcha ha supuesto más de cinco años de gestiones hasta ser aprobado por ANECA. En este proceso, ha habido un esfuerzo importante en el establecimiento de las competencias que deben adquirir los alumnos, basadas en el análisis de diferentes investigaciones en este campo a nivel nacional e internacional, las metodologías docentes más adecuadas para ello, así como los sistemas de evaluación adecuados para comprobar la adquisición de dichas competencias.

Dado el carácter público del máster, en la configuración se ha tenido en cuenta no solo la demanda de formación actual, sino la formación en aspectos  fundamentales de la Construcción y que están poco o nada reflejados en la formación ofertada. En concreto, el desarrollo de modelos a partir de la captura de la realidad, la integración de la sostenibilidad y la seguridad y la salud en modelos BIM. 

Si bien las dos primeras cuestiones pueden ser más novedosas en la Construcción, la Seguridad y Salud es un requisito legal desde hace más de 20 años. No parece lógico que, desde las diferentes Administraciones, se estén haciendo esfuerzos importantes en la adopción de la tecnología BIM pero que no aparezca en los pliegos la integración de la Seguridad y de la Salud. Si el proyecto de una infraestructura debe estar en un modelo digital, la gestión del a seguridad de los trabajadores debería hacerse en ese modelo digital, que sería la forma de integrarla en el proceso de diseño, como requiere la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Lo contrario podría aumentar los accidentes laborales.

Volviendo a lo ya comentado, si la tecnología BIM está llamada a ser el lenguaje común de la Ingeniería, es necesario que abarque todos sus ámbitos (la prevención, la sostenibilidad, etc., aparte del modelado, la estimación de costes o la planificación) y que los agentes implicados en el proyecto sepan interpretar y trabajar con este lenguaje. 

Autores. Juan Pedro Cortés (Ingeniero Técnico de Obras Públicas e Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Profesor en Máster BIM en la Universidad de Extremadura), Jesús A. Torrecilla Pinero (Ingeniero Técnico de Obras Públicas e Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Director de la Escuela Politécnica de la Universidad de Extremadura) y Miguel Candel Pérez ( Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Departamento de Construcción de la Universidad de Extremadura).

Artículo completo, contenido en Cimbra 417, Especial BIM.