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Breve historia de la Ingeniería Civil Funeraria

Lunes, 02 Noviembre, 2020

Ya casi finalizado el Puente de Todos los Santos y en el Día de los Difuntos, no podíamos dejar de hablar de uno de los ámbitos en los que incide la Ingeniería Civil. Se trata de la construcción de monumentos y complejos funerarios que, desde la antigüedad, han vertebrado el paso a la muerte de las diferentes culturas. 

Adelantamos este artículo de Cimbra, de manera resumida, para conmemorar el tradicional Día de Todos los Santos y sumarnos a la festividad importada de Halloween. 

Prehistoria

Ya contamos con los primeros atisbos de lo que es una Ingeniería Civil primigenia, con el megalitismo, fenómeno cultural localizado en el Mediterráneo occidental y en la Europa atlántica, que se produjo desde finales del Neolítico hasta la Edad del Bronce, caracterizado por la realización de construcciones con grandes bloques de piedra escasamente desbastados llamados megalitos, y esencialmente por la construcción de tumbas del tipo "dolmen".

El Megalitismo estuvo presente en los pueblos de las últimas edades de la Prehistoria, que aún no conocían la escritura ni técnicas constructivas más elaboradas, como las que ya practicaban las civilizaciones mesopotámica o egipcia. No hay que olvidar que muchos monumentos megalíticos son posteriores a las grandes pirámides egipcias.

Según se ha podido extraer de numerosas investigaciones a lo largo de los años, el proceso de realización de una construcción megalítica comenzaba en una cantera donde se extraían los grandes bloques de piedra, para ser transportados sobre rodillos hasta el lugar elegido para la erección del monumento. En este lugar, se dejaban caer los bloques verticales en un estrecho hoyo previamente excavado y, después, se ajustaban hasta dejarlos en posición vertical, tras lo cual se rellenaba el hoyo para fijarlos firmemente. En el caso de los menhires, el proceso estaba terminado, pero para la erección de un dolmen el proceso continuaba con la tarea más difícil, consistente en colocar el bloque o bloques horizontales. Para ello, se hacían terraplenes a ambos lados de los bloques verticales que alcanzaban la misma altura que éstos. A través de estos terraplenes, se transportaba el bloque horizontal hasta dejarlo colocado correctamente, tras lo cual se cubría de tierra que, sumada a la de los terraplenes, daba lugar al túmulo.

Culturas mesoamericanas

Entre las civilizaciones existentes entre el 1500 antes de Cristo y el siglo XVI, cabe destacar las construcciones funerarias de las culturas mesoamericanas, o, como comúnmente se las conoce, la civilización Maya.

El desarrollo de la cultura Maya está desarrollado en tres periodos bien marcados:

  • Desde el 1500 A.C. y el 300 D.C. tenemos el período Preclásico, que nos dejan ejemplos constructivos como Izapa  o Abaj Takalik.
  • Del año 300 al 1000 A.C. se considera el período clásico.
  • De éste al siglo XVI, el posclásico, que se diferencia bastante del anterior, entre otras cosas, por introducir geometrías constructivas y motivos decorativos procedentes de otras zonas de Mesoamérica. 

Pero todas tenían en común algo, los mayas despedían a sus occisos  bajo sus construcciones, tanto si eran palacios o pirámides como de una simple casa de maderas y palmas. Las correspondientes a grandes personajes o monarcas, situadas bajo los edificios, tenían una cámara funeraria en piedra y una serie de piezas cerámicas, figurillas, máscaras de mosaico de piedras preciosas o estuco, huesos trabajados, joyas de jade, piezas de madera, restos de alimentos, etc.

Egipto

Al creer que la nueva vida podía durar eternamente, los más poderosos se hicieron construir grandes y suntuosas tumbas de piedra que aún hoy causan asombro tanto por los misterios en torno a sus métodos constructivos como por el manejo de los materiales empleados, sin enumerar otro sin fin de curiosidades.

La tumba tenía dos misiones principales, por un lado, proteger al cuerpo de la intemperie y por otro, de los ladrones que se sintieran atraídos por el tesoro guardado en su interior. Cuánto mayor era el rango de la persona, mayor era su tumba y, puesto que según la tradición después de muertos los faraones se convertían en dioses, sus tumbas fueron las mejores construcciones.

El entierro de los faraones y de los miembros de las capas sociales altas se daba lugar en tres construcciones diferentes: las pirámides, las mastabas y los hipogeos.

Las mastabas fueron las tumbas más antiguas, eran construcciones con forma tronco piramidal, de base rectangular, que llegaban a medir 20 metros de altura. Era la sepultura de los soberanos del periodo arcaico de Egipto. 

Las mastabas se transformaron en pirámides escalonadas, constituidas con varias gradas, a modo de una "escalera gigantesca" que se elevaba hacia el cielo. La primera y más famosa de estas es la Pirámide Escalonada de Saqqara del faraón Dyeser (Zoser) de la III Dinastía de Egipto. Al parecer, el artífice de esta obra de Ingeniería quiso simbolizar con esta primera pirámide la ascensión del difunto del "mundo terrenal" hacia los "Cielos".

Al igual que las mastabas, las pirámides estaban formadas de dos partes: una superestructura formada por una base cuadrada y cuatro caras triangulares que se unían en el vértice superior mediante un piramidión (pirámide diminuta realizada de un solo bloque), y una subestructura, donde se encontraban una o varias cámaras funerarias destinadas a acoger el cuerpo y el Ajuar funerario del rey. La cámara funeraria se encontraba al final de un corredor conectado con la entrada de la tumba por una rampa.

Edad Media

Y así, hasta la época clásica de nuestros tiempos, donde ya se construían infraestruturas destinadas a este fin, los llegados hasta nuestro días cementerios, que se situaban fuera de las ciudades y sus murallas “porque el mundo de los vivos debía de estar apartado del mundo de los muertos”. De hecho, en Roma, estaban prohibidos los enterramientos in urbe, es decir, en el interior de la ciudad.

Pero, a pesar de las leyes romanas,  los enterramientos acabaron entrando en las mismas ciudades de las que habían estado alejados durante milenios, conformándose las  necrópolis extraurbanas, comunes a cristianos y paganos, que se convirtieron en objeto de culto, siendo visitadas por multitud de fieles que celebraban ritos religiosos. 

A su vez, estas costumbres acabaron trayendo otra serie de construcciones aledañas, puesto que comenzaron a construirse capillas y basílicas para acoger a los visitantes y canalizar los ritos o cultos.

También se aprovecharon antiguas galerías de canteras abandonadas como lugar de enterramiento, abriendo huecos rectangulares o cámaras con forma de arco para los mártires, las conocidas como catacumbas.

Desde el Edicto de Milán en el 313 d.C.,  las catacumbas se convirtieron igualmente en lugares de peregrinación y acabaron creándose cementerios en superficie alrededor de las iglesias conmemorativas, que aún se encontraban fuera de las ciudades. Pero, el crecimiento de las ciudades condicionó que en la Edad Media los cementerios asociados a sus iglesias se hallasen ya en el interior de las mismas.

La palabra que mejor designaba el espacio de enterramiento junto a las iglesias era atrium o atrio, también denominado camposanto, aunque no se parecería a nuestro concepto actual de cementerio, debido al carácter de lugar público y de reunión que tenía en la Edad Media.

El cementerio era un espacio donde compartían su uso tanto los vivos como los muertos y, desde entonces, la parroquia se entendía como una nave con un campanario y un espacio cedido a las tumbas.

Debemos entender que, en la Edad Media, el auge del cristianismo y la mezcla entre religión, economía y poder temporal fue tal que, en la mentalidad colectiva, solo la cercanía en el enterramiento a catedrales, iglesias o monasterios garantizaba la salvación de las almas.

Desde entonces, hasta nuestros tiempos, ha habido multitud de variantes en base a los distintos periodos históricos, aunque con el factor común de estar siempre fuertemente ligados a las religiones y a la clase social.

Es por ello que a lo largo de toda Europa nos encontramos con obras tan curiosas como artísticas, desde mausoleos, hasta grandes obras escultóricas. 

Esto no es más que otro símbolo de que la construcción y la Ingeniería siempre han tenido y tendrán un papel fundamental  en reflejar todas las etapas y necesidades de las sociedades a través de los siglos, siendo legado de historia, cultura y saber hacer. 

Autora: Cristina Beneroso. ITOP.