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Día Mundial del Urbanismo en el CITOP

Viernes, 06 Noviembre, 2020

El ocho de noviembre se celebra, de mano de la Organización Internacional del Día Mundial del Urbanismo, el Día Mundial del Urbanismo, en el que se pone de manifiesto la necesidad de fomentar planes de gestión y de organización de las áreas urbanas en consecuencia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030.

Con origen en 1946, a lo largo de las décadas, las ciudades han incrementado su presencia a nivel internacional. Según la ONU, “dado que la porción de la población urbana mundial aumentará de 54% en 2015 a 66% en 2050, es probable que surjan 2.400 millones de nuevos habitantes urbanos en todo el mundo. La mayor parte de este crecimiento ocurrirá en el sur global, por ejemplo, en China, India y Nigeria. A medida que las ciudades existentes se expanden y surgen nuevas, se prevé que el consumo de materiales crecerá aún más rápido, lo que representa un gran desafío frente a la escasez de recursos y la intensificación de los problemas ambientales, incluida la contaminación y el cambio climático”.

Estos datos, extraídos del Panel Internacional de los Recursos, incorporan además el concepto de “metabolismo urbano”, como “el pensamiento sobre cómo las ciudades pueden mejorar el acceso de las personas a los servicios esenciales mientras manejan sus recursos sabiamente y producen un desperdicio mínimo”. 

La Ingeniería Civil y las ciudades

En este punto, ¿cómo actúa la Ingeniería Civil en el urbanismo? Para contestar esta pregunta, primero hemos de conocer la definición del concepto “urbanismo”. Si atendemos a la Real Academia Española, vemos que urbanismo contempla tres acepciones diferentes:

  • “Conjunto de conocimientos relacionados con la planificación y desarrollo de las ciudades”.
  • “Organización u ordenación de los edificios y espacios de una ciudad”.
  • “Concentración y distribución de la población en ciudades”.

Ahora, analicemos el papel de la Ingeniería Civil en esta ordenación. “Las Obras Públicas, desde sus inicios, han buscado el bienestar de la sociedad. Esto pasa, en un primer momento, por la creación de infraestructuras que permitan el suministro y el acceso a materias básicas, como el agua y la electricidad. En segundo, en la creación de espacios públicos que faciliten la gestión de esos recursos y la socialización entre iguales”, comenta Cristina Beneroso, Secretaria Técnica del Consejo del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas.

¿Y qué sucede con el urbanismo? “Ese es el siguiente paso”, continúa. “Una vez con lo primordial, se ha de organizar y establecer el resto de aspectos sociales y privados de la ciudad. Con ello, nos referimos a espacios comunes de ocio, de deporte, de educación y de sanidad. Y, por supuesto, con la ordenación de calles, de avenidas y de edificaciones”. 

Todo ello, bajo la atenta supervisión del Ingeniero Civil, el cual cuenta con plenas atribuciones en el diseño, en la construcción, en el mantenimiento y en la gestión de las infraestructuras, así como de las posteriores edificaciones en la ciudad. 

“Actualmente, el papel del Ingeniero Civil en los planes de urbanismo es fundamental. No solo por su completo conocimiento de la legislación referente a la ordenación de las ciudades, sino además por su experiencia en proyectos con equipos interdisciplinares. También por su formación en las nuevas tendencias y materiales, necesarios para la adaptación de las urbes a las necesidades de sus habitantes”.

Si antes las ciudades se creaban en torno a una fuente de materia prima (agua, por ejemplo) o alrededor de un edificio religioso, ahora la urbanización se ha desfigurado hacia nuevas fórmulas. Ciudades en el desierto, en zonas extremadamente montañosas o en áreas en un primer momento no urbanizables que corresponden a la necesidad de terreno de países con grandes poblaciones o con conflictos políticos y armados. 

Esta nueva configuración ha llevado a conformar ambientes nuevos en los que crear auténticos espacios urbanos de la nada. “Además, contamos con el reto de la Agenda 2030. Construir una ciudad de cero, actualmente, es incluso más sencillo que adaptar ciudades europeas, con siglos de historia, a una nueva movilidad”. Para Beneroso, el proceso ha de ser claro: “Primero, el urbanismo ha de pensar, con todos los agentes sociales, qué primeras decisiones se han de tomar de una manera sencilla. A veces, los grandes retos, requieren pequeños pasos”. Esto hace referencia a la peatonalización de las vías céntricas de las grandes ciudades, con el establecimiento de Zonas de Bajas Emisiones, como es el caso de Barcelona o de Madrid (y que tiene su réplica en el resto de capitales europeas). 

“A continuación, se han de reforzar infraestructuras y espacios ya existentes con nuevas medidas. Esto es, rehabilitar estructuras con materiales sostenibles, cuidar la gestión de los residuos y potenciar la Economía Circular. También se ha de llevar a cabo la remodelación del mobiliario urbano”. 

Este siguiente paso ya conlleva un mayor esfuerzo por parte de las administraciones públicas. Se trata de modificar la manera de comprender las ciudades para realizar obras de mejora en parques públicos, adaptación de edificios como ayuntamientos, etc. a personas con capacidad de movilidad reducida, la incorporación de servicios de bicicletas públicas eléctricas, carriles bus, enterramiento de vías ferroviarias, etc. En definitiva, aportar valor social a nuestras ciudades. "Un trabajo que ya se está haciendo en algunas capitales. En unas semanas, por ejemplo, dará inicio el soterramiento de una de las grandes áreas de vías ferroviarias de Madrid, Chamartín, para dar espacio a Madrid Nuevo Norte, el plan de urbanismo de última generación en nuestro país”.

“En Barcelona”, continúa Cristina, “ya se ha llevado a cabo el Urbanismo Táctico”. Se trata de una nueva tendencia del urbanismo, cuyo concepto aparece por primera vez en junio de 2010, para referenciar una serie de acciones llevadas a cabo en ciudades como Nueva York. Sus características principales es que son de bajo coste y de gran repercusión en el movimiento de la población urbana. Se trata de acciones como el uso de parklets en espacios habitualmente ocupados por vehículos para impedir su interacción en el centro de la ciudad o el pintado de espacios abiertos para ceder el paso al uso de bicicletas. 

Como conclusión, “el urbanismo es fundamental, así como el papel del Ingeniero, en la época actual y futura. Con cada vez más población alrededor de las grandes urbes, la ordenación ha de ser cuidadosa y respetuosa no solo con el Medio Ambiente, sino también con sus habitantes”.

El ordenamiento del urbanismo, que responde al Objetivo de Desarrollo Sostenible número 11 de la Organización de Naciones Unidas, “Ciudades y Comunidades Sostenibles”, ha de cumplir, además, con la reducción de barreras sociales y económicas y la eliminación de los llamados “guetos”. En este último punto, el urbanismo se convierte en una herramienta indispensable de unificación de áreas económicas dispares en un mismo entorno.

Más información, en inglés, aquí.