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Cimbra Histórica. Los Ayudantes de Obras Públicas y el cálculo electrónico

Viernes, 04 Diciembre, 2020

En nuestra sección mensual de Cimbra Histórica, recogemos este artículo publicado su número seis (meses de noviembre-diciembre), en el que se analizan los nuevos puestos de trabajo nacidos de la automatización en el cálculo electrónico y cómo éstos repercuten, de manera directa, en las labores de los Ayudantes de Obras Públicas. 

Es ya un tópico la afirmación de que la automatización es la revolución técnica más importante de nuestro tiempo, su influencia abarca todos los aspectos de la vida y es particularmente importante en la Construcción y Obras Públicas y, por lo tanto, en nuestra actividad profesional. 

El cerebro de la automatización lo constituyen los calculadores electrónicos. Gracias a ellos, se pueden conjugar masas ingentes de datos, controlar funciones, realizar cálculos imposibles de desarrollar por otros medios. Pero estos cerebros son meros autómatas que realizan exactamente un plan, un programa, una serie de instrucciones que ha recibido y repite cuantas veces se desee.

Profesionalmente, el cálculo electrónico nos interesa en sus dos aspectos: la programación y la explotación. Para la programación, estamos especialmente preparados. Su utilización o explotación es un medio poderosísimo que facilita y simplifica nuestra labor habitual y nos ofrece muchas posibilidades antes fuera de nuestro alcance. 

Los trabajos rutinarios que más hora-ayudante han consumido son hoy solo unas pocas horas de máquina para obtener los resultados deseados. Además, cálculos que requieren el conocimiento de un especialista y a veces de un equipo, convertido en un “programa” están a disposición de técnicos que sepan dar los datos que precia e interpretar los resultados que proporciona. Pero es la fase creativa, la programación y operación, la que voy a resaltar, llamando la atención sobre el interés que tiene para nosotros.

La complejidad que normalmente supone la labor creativa ha llevado a distinguir cuatro etapas fundamentales: análisis, programación, codificación y operación. Vamos a ver seguidamente la función de los especialistas a ellas dedicados. 

Analista

Estudia el analista el problema que se propone resolver por medio del cálculo electrónico. Más técnicamente: qué se quiere programar. Trabaja en estrecho contacto con el cliente que lo propone, o con el especialista de la materia de la que trata el problema. Se comprende, por lo tanto, que los analistas de un centro de cálculo deben formar un equipo de especialistas de distinta formación.

Así, si el problema es puramente matemático, debe ser un licenciado en Ciencias Exactas el que lo trate. Si es físico, químico, de resistencia de materiales, etc., el analista debe ser la persona con formación capaz de tener una visión clara de él. La labor del analista es dar forma al problema de manera que sea programable y esto es esencial y no siempre fácil exponerlo con absoluta precisión. Como además, sabe programar y conoce cómo operan los ordenadores, plantea también el problema orientado a su solución por medio de un calculador determinado.

¿Cuál es nuestra posición entre los analistas? La materia del problema determina el analista idóneo. Por lo tanto, nosotros tenemos una posición entre los analistas determinada por nuestra capacidad técnica. Si como decimos más adelante, toda actividad es programable, queda claro que como analistas tenemos un extenso campo. 

Programador

Recibe del analista el problema exactamente planteado, definido y resulto. Es su función ahora expresarlo en una serie de instrucciones elementales, válidas para el calculador de que se trata, elaborando lo que se llama el programa.

Para construir estos programas hay que reunir cualidades de ingenio y precisión. Programar tiene más inspiración que componer un rompecabezas, es más exactamente jugar una partida de ajedrez contra un oponente capaz de descubrirnos el erro más nimio, al que hay que ganar en el menor número de jugadas. Y tiene todas las bellezas de este noble juego: elegancia, estructura, temperamento, etc., en un mundo sin fin de posibilidades. 

Si añadimos que el programador tiene que tener un conocimiento técnico del problema para poderlo comprender, pese a que como decimos lo recibe formulado con toda precisión, es claro que en el campo de Obras Públicas e Ingeniería nuestro cuerpo debe dar los programadores idóneos. 

Codificador

El codificador recibe el programa escrito por el programador y debe ajustar las instrucciones de este programa a los códigos de la máquina de que se trata. Su capacidad técnica es equivalente a la de un calculista sin titulación y la necesidad de su existencia, variable. 

Esto es debido a la creación de lenguajes de programación, que los calculadores admiten (gracias a un compilador o ensamblador) directamente, tal como los escribe un programador. Sin embargo, en los pequeños calculadores es conveniente, por no decir económicamente imprescindibles, escribir los programas en un lenguaje muy similar al de la máquina (entonces se utilizan ensambladores) o en el mismo código de la máquina, lo que es muy laborioso y hace necesaria la existencia de un codificador.

De todas formas, la existencia de un codificador, aunque solo sea para revisar programas escritos y servir de enlace con el operador, salva a la larga mucho tiempo de máquina que ers lo caro.

El trabajo de codificador puede ser interesante para Ayudantes de Obras Públicas solo en el periodo de aprendizaje. 

Operador

El operador es el que, empleando el calculador, ejecuta los programas. Para ello, recibe los programas en forma adecuada para introducirlo en el calculador (cinta perforada, tarjetas perforadas o cinta magnética), y los datos (en los mismos medios y además en discos magnéticos). Los programas pueden estar también almacenados en discos magnéticos, formando una biblioteca de rápido acceso por programa. 

Se entiende que entre el codificador y el operador ha habido una labor auxiliar para manualmente verter en estos medios (cintas, tarjetas, etc.) los programas y los datos codificados. 

A primera vista, parece que el trabajo del operador no requiere una formación técnica especial y solo unas dotes personales con una intensa preparación. Pero esto no basta. Hay que tener en cuenta que los equipos de cálculo electrónico en nuestro campo deben ser o grandes o pequeños, el sistema intermedio hoy por hoy es difícil de justificar. En un calculador pequeño, la intervención del operador en la ejecución del programa puede y debe ser grande. Eso sin considerar la prueba del programa, en la que un operador que, además, del dominio de la máquina, tenga una comprensión técnica del problema que resuelve, puede ahorra mucho tiempo y simplificar la tarea de descubrir los errores. 

Además, nos seguimos refiriendo a las instalaciones pequeñas. Es muy ventajoso que le operador desarrolle otras tareas simultáneas, como puede ser llevar la biblioteca de programa, la explotación de éstos con un contacto directo con el cliente y ser el jefe del persona que opera en las unidades auxiliares. En este caso, el Ayudante de Obras Públicas es la persona adecuada por su categoría profesional, por su categoría técnica y por esa habilidad que posee para manejar aparatos de precisión.

En la práctica, un mismo técnico puede desarrollar conjuntamente dos o más funciones de las descritas. Lo más corriente es que el analista sea programador simultáneamente y los modernos lenguajes simbólicos anulan la engorrosa tarea de la codificación. Por supuesto, que esto no cambia el panorama, pues nuestra aplicación deberá ser siempre a problemas en nuestro nivel técnico, en cuanto a la programación se refiere, porque en la parte operativa no se altera lo apuntado. 

Con este examen del aspecto creativo, podemos ver que nuestra función en la explotación está perfectamente definida. La explotación solo tiene dos aspectos técnicos: la biblioteca de programas y la operación. Ya hemos visto que el Ayudante de Obras Públicas es el jefe de operación idóneo, visto que sus conocimientos técnicos son los que se precisan para el uso de los programas elaborados. En una organización desarrollada, el uso de programas elaborados es lo cotidiano y la importancia de la biblioteca de programas es lo que mide el valor real de un centro de cálculo. 

La casi totalidad de estos programas son de aplicación inmediata, siempre que el peticionario sepa lo que pide y el que le atiende tenga un conocimiento de la materia suficiente. Esto ocurrirá si el encargado de la biblioteca tiene nuestro nivel técnico, puesto que el peticionario será normalmente un Ingeniero, un Ayudante, Aparejador, Perito, etc.

Creo que esta descripción de funciones en el cálculo electrónico evidencia la importancia que su uso tiene para nuestro ejercicio profesional. Ignorarlo supone, sin duda, la descalificación.

En su importancia en las ventajas que nos aporte su utilización, todavía quiero insistir. Todos aquellos que habéis agotado tantas horas en revisiones de precios, cubicaciones, cálculo de redes de distribución, cálculos de estructuras, nóminas y presupuestos, determinación de tarifas, etc., podéis apreciar mejor que nadie el valor de este instrumento dócil, de este calculista que obedecerá las instrucciones que se le dan al detalle y sin equivocarse, a velocidad prodigiosas. 

Nuestros problemas más corrientes están ahí, son un título más en la biblioteca de un centro de cálculo. Son muchos los problemas que se resuelven con el cálculo electrónico, a veces modificando completamente los métodos desarrollados anteriormente. 

Cuando se ha avanzado por estos senderos, se sabe que hay que tener bastante atrevimiento para decir que en un trabajo no es programable. Yo diría que toda actividad tiene un aspecto que admite la ayuda de esta técnica inestimable, solo es necesario tener el conocimiento y, a veces, la inteligencia para verlo. Y es por esto por lo que transforma los métodos de la técnica, causando auténticas revoluciones, como es ejemplo el cambio de procedimientos y objetivos de la matemática aplicada en los últimos quince años.

Para terminar, diré que todo ayudante, para el normal ejercicio de su profesión en el futuro, precisará: saber  de una manera elemental en qué consiste un ordenador electrónico y cómo se programa, conocer un lenguaje simbólico (Cobol, Algol o Fortran), estar al tanto del mercado de estos apartaos como lo está del resto de la maquinaria y saber de qué programas puede disponer en los centros de cálculo existentes. 

Autor: José Luis Salillas. Ayudante de Obras Públicas.