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Cimbra Histórica. Los aspectos estéticos y ecológicos de los embalses (y II)

Viernes, 11 Agosto, 2023

Tal y como comentamos en la primera entrega de este artículo, disponible en este link, en el número 242 de Cimbra, la revista de Ingeniería Civil del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, se hablaba de los aspectos estéticos y ecológicos de los embalses, desde la perspectiva de 1987. 

Un artículo del ITOP Miguel Ãngel Fernández Enrique, del que os repetimos la introducción y os dejamos los últimos aspectos que tener en cuenta en estas grandes infraestructuras. 

Introducción

Con las presentes notas, pretendo ante todo, hacer una llamada a los técnicos y a los profesionales del diseño y del proyecto de Obras Hidráulicas y, en particular, de presas de embalse, con el fin de que, de una vez por todas, los aspectos de los que trato aquí sean tomados en consideración seriamente. 

La repercusión en el Medio Ambiente de cualquier obra no debe ser un tema secundario y algo, que si figura en el proyecto, sea sólo una consideración gratuita, un lujo que se permita el proyectista para dejar sentado que no es preocupante, que no necesita dejar una provisión especial de fondos.

Es obvio que la técnica siempre toma partido, pues tiene una filosofía a la que sirve y la iniciativa privada, buscando fundamentalmente el beneficio, es normal que no tenga ningún interés en conservar el Medio Ambiente si esto le va a acostar dinero. Aquí es donde vería entrar en juego la Administración, pero este es un tema que ya trataré más adelante.

No obstante, los factores que intervienen y conforman el entorno son difícilmente cuantificables, no existen soluciones tipo a estos problemas y evaluarlos en términos monetarios no es posible y, cuando menos, muy impreciso.

En el caso de una obra de embalse, igual que en cualquier tipo de obra, un conocimiento más amplio de los posibles impactos sobre el Medio Ambiente y un análisis de la experiencia que ahora se está consiguiendo, puede ayudarnos a formar consecuencias útiles para futuros proyectos. 

A continuación, paso a desarrollar algunas cuestiones que considera de interés y que pueden servir de ayuda a los técnicos interesados en estos temas. 

El aspecto ecológico

  • Impacto sobre el agua. Numerosos efectos sobre la calidad del agua original de un río puede traer consigo el hecho de la creación de un embalse. 

Temperatura. Durante el periodo cálido del año se crea en el embalse una estratificación térmica. Esta estratificación se ve más acusada en el caso de embalses profundos, en los que la zona superior se calienta bajo la acción del sol, mientras que en la zona inferior se forma una capa fría, cuya temperatura próxima a los cuatro grados (densidad máxima del agua). 

La reducción de temperatura del agua en verano puede ser favorable para el abastecimiento de agua, refrigeración industrial y para el desarrollo de ciertas especies de peces que hacen sus puestas durante esta época del año, per ola estratificación térmica puede influir negativamente sobre la cantidad de oxígeno contenido en el agua embalsada. 

Contenido de gases disueltos. El oxígeno contenido en el agua proviene de gran parte del intercambio con la atmósfera y de la fotosíntesis de las plantas acuáticas y fitoplancton. 

La carga de materia orgánica en suspensión que lleva el río consume, para su biodegradación, grandes cantidades de oxígeno. Esta materia orgánica, en su decantación hacia la zona de menor temperatura, queda frenada en su caída en las últimas capas al aumentar la densidad del agua. Es por este motivo por el que la zona profunda del embalse es pobre en oxígeno durante algunos períodos del año, dificultando la vida acuática y eliminando especiales exigentes.

Eutrofización. Es éste un fenómeno que se ha difundido mucho en los últimos decenios. El empleo intensivo de los abonos y de los detergentes así como el aumento de aguas reutilizadas han acelerado su proceso.

El proceso de eutrofización consiste en el enriquecimiento excesivo de las aguas con elementos nutrientes y sedimentos por encima de un nivel (nivel trófico) en el que la deterioración de la calidad del agua resulta peligrosa.

Es decir, el sistema eutrofizado no está en equilibrio. El desequilibrio es producido porque una gran parte de la producción vegetal, en vez de ser consumida por bacterias que van agotando el oxígeno del agua.

Todo esto lleva una serie de consecuencias: 

  • Eliminación de especies de peces existentes y selección de otras tolerantes. Por tanto, disminuye la diversidad y cambia la comunidad original.
  • Desarrollo de una sobreabundante colonia de gas. 
  • Aparición de sulfhídrico y de iones libres que atacan al cemento y a diversos metales.
  • Sabor y olor desagradables, así como disminución de transparencia del agua.
  • Imposibilidad, por tanto, de la práctica de actividades recreativas así como del uso del agua para abastecimientos doméstico o industrial.

Sólo costosos tratamientos pueden devolver las aguas a su calidad original una vez eutrofiadas. Un manejo juicioso del agua del embalse disponiendo tomas a diferentes profundidades, según el destino de las mismas, puede ser un buen sistema de control. 

Es de reseñar que numerosos embalses de nuestro país presentan en la actualidad síntomas alarmantes de eutrofización. 

  • Impacto sobre el clima. El impacto o modificación producidos por la creación de un embalse sobre el clima de una zona es un tema muy discutido y de difícil estudio.

En el caso de grandes embalses, se ha demostrado experimentalmente que pueden producir cambios sustanciales en el microclima. La formación de niebla de evaporación y cambios en la distribución temporal y en la cantidad de lluvia registrada en la zona próxima al embalse son circunstancias que se han observado en numerosos casos.

La estimación de estos efectos y la consideración de si el cambio es beneficioso o perjudicial son cuestiones que sólo pueden abordarse mediante un estudio efectuado por especialistas en la materia. 

  • Impacto sobre la flora y la fauna. El hombre, en su afán y necesidad de hallar recursos para subsistir, ha eliminado en numerosas ocasiones, sin pararse a pensar, determinados hábitats que, como las zonas húmedas, son un importante eslabón en la existencia de muchas especies animales. 

La importancia de mantener estas zonas para asegurar la conservación de numerosas especies ha sido recogida por numerosas organizaciones internacionales como World Wildlife Foundation, el Comité Internacional para la Conservación de las Aves, el Consejo de Dirección del Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas y muchos más que no es preciso mencionar aquí.

En Estados Unidos, se han dictado numerosas disposiciones para la preservación de la fauna ligada a las zonas húmedas y, de esta manera, ya en 1963, se disponía de 1.580 refugios, con una extensión superior  los siete millones de acres (2,8 millones de hectáreas) de marismas, lagos y lagunas, además de 66.00 acres de estanques y de marismas federales dedicadas a la producción local de aves acuáticas a lo largo de 57 condados. 

Europa tampoco se quedó atrás y en 1962, en el Proyecto M.A.R., se dio un toque de atención para rescatar diversas zonas húmedas.

En España, este problema fue acuciante y sigue siéndolo, habiéndose llegado a provocar la eliminación de algunas zonas húmedas como la laguna de Duero (Valladolid), la laguna de Las Madres (Huelva), la laguna de la Janda (Cádiz) y Antela (Palencia). 

Asimismo, existen otras zonas en grave peligro como la balsa de La Loza (Navarra), Villafila (Zamora), Alcudia (Mallorca), Doñana (Huelva), La Albufera (Valencia), Delta del Ebro (Tarragona) y Las Tablas de Daimiel (Ciudad-Real). 

Algunas de estas zonas se han echado a perder por la falta de vigilancia. Otra, por el exceso de cazadores, por incendios o por la contaminación. Sea como fuere, el caso es que todas estas zonas están en mal estado y, a pesar de la posible recuperación de ellas, es aquí donde entran en juego los embalses como una especie de compensación de estas zonas degradadas.

El efecto de un embalse suele ser beneficioso para la flora y la fauna de una zona, ya que la pérdida del hábitat, sobre todo terrestre, resulta más que compensada por la importante ganancia en el hábitat acuático y ribereño. 

No obstante, dado que la implantación de un embalse puede causar efectos negativos, como veremos más adelante, cualquier actuación debe ir precedida de un estudio previo sobre las especies bio-indicadoras, considerando como tales aquéllas que son muy sensibles a cualquier impacto medioambiental o bien aquéllas que ocupan lso últimos eslabones de las cadenas de alimentación, como pueden ser los carnívoros o las rapaces. 

Conociendo la existencia de estas especies, se puede suponer la existencia de eslabones intermedios de los que se alimentan.

Haciendo un recorrido por la biología de la zona afectada por un embalse tenemos, en principio, el vegetal microscópico o fitoplancton. Tanto estas plantas como las grandes realizan la fotosíntesis, con la liberación del oxígeno tan imprescindible para la vida.

Una proliferación excesiva de la vegetación acuática puede provocar graves inconvenientes, dificultando la navegación, la pesca y ofreciendo albergue a los insectos que pueden ser portadores de enfermedades. Asimismo, como ya hemos visto en algún capítulo anterior,  pueden llevar a modificar la composición química del agua, degradando su calidad. 

En un siguiente eslabón, tenemos a los insectos, caracoles y crustáceos, entre ellos las dafnias, tubifex, sanguijuelas, escarabajos de agua, stylaria, etc. En este aspecto, como ya he indicado antes, la creación de un embalse puede tener una incidencia importante sobre grandes endemias parasitarias como pueden ser el paludismo o la bilharziosis, transmitidas por mosquitos y moluscos, respectivamente. 

Los pesticidas parecen ser el medio defensa más efectivo, aunque es necesario tener las precauciones suficientes como para que las aguas no resulten contaminadas por estos agentes.

Para el estudio del impacto sobre la vida de los peces, lo primero que hay que tener en cuenta es el ámbito geográfico donde viven, es decir, ¿en la cabecera de los ríos, en su parte media, en los estuarios, son migratorias? Por lo que respecta a la última cualidad, con el fin de reducir el mínimo el efecto obstáculo que supone una presa, pueden preverse la construcción de escalas, que permiten a los peces remontar los ríos por etapas e incluso se pueden crear una especie de ascensores que funcionan a modo de exclusas. Ambos métodos parecen eficientes en la emigración de los peces hacia aguas arriba para la puesta, pero el regreso hacia el mar es más difícil de asegurar, aún con estos métodos. 

Uno de los efectos de un embalse de agua es que produce un descenso de la temperatura del agua del río. Es una disminución muy ligera pero suficiente como para repercutir en beneficio del desarrollo de algunas especies como pueda ser la trucha, convirtiéndose, en principio, en un buen río truchero. Pero si se suceden años de sequía y la salida del agua se vuelve irregular y muy cargada de lodos, podemos asistir a la muerte de muchos miles de peces que anteriormente habían visto favorecido su desarrollo. 

La retención de pequeñas y medias avenidas puede causar efectos desfavorables sobre la vida acuática aguas debajo de la presa. Estas avenidas facilitan el acceso a sitios de puesta (lagos y pozas), asegurando la renovación del agua y el aporte de elementos nutritivos en ellos. 

Pueden sustituirse estas crecidas por descargas adecuadas en cuanto a su época, duración y volumen pero una descarga intempestiva o excesiva puede resultar muy perjudicial, debiendo establecerse reglas de explotación que se respeten escrupulosamente con el fin de satisfacer las demandas ecológicas aguas abajo.

En otro orden de cosas, el establecimiento de un hábitat acuático y ribereño facilita el restablecimiento de grandes comunidades de aves en los embalses.

El desarrollo de colonias de aves en los embalses españoles ha sido impresionante durante los últimos años. Un caso espectacular ha sido el gran desarrollo de aves en el embalse de Borbollón, en el que se implantó en 1970 una estación ornitológica. La cantidad de aves nidificantes aumentó en cinco años el 434% y la de aves anidadas, el 384%. 

Otros casos que destacar en este aspecto son Azud de Torroella de Montgrí (Gerona), Zújar (Badajoz) y Azután y Castrejón (Toledo). 

No obstante, ha habido casos lamentables en que las aves se han visto faltas de protección y han sufrido expolio o simplemente han sido molestadas, como en Guadalcacín (Arcos de la Frontera) o Celemín (Casas Viejas).

Recapitulación

Aunque la sensibilización de las masas en los temas de Medio Ambiente es relativamente nueva, los impactos ambientales en sí mismos no lo son. Las acciones seguidas por planes de desarrollo acometidas por generaciones anteriores nos han dejado una herencia con la que estamos viviendo. 

Durante mucho tiempo y aún en la actualidad, existe una gran falta de imparcialidad al abordar el estudio de estas cuestiones, pues se llevan a cabo por el propio proponente del Proyecto y los Organismo Oficiales dedica recursos muy limitados para su estudio, por lo que estos análisis suelen ser breves y escasos. 

La evaluación del impacto ambiental de una obra de embalse y, en general de cualquier obra, debería llevarse a cabo por la Administración, controlando y autorizando el proyecto en cuestión.

La dotación de recursos para la realización de estudios sobre la óptima selección de un emplazamiento y una completa evaluación de todas las alternativas posibles, consumiría demasiado tiempo y resultaría excesivamente costosa para l Administración, pero podría ser llevada a cabo por algún cuerpo de especialistas independientes. 

No obstante, recomendaciones o normas mínimas para la forma y el contenido de las evaluaciones del impacto ambiental, eliminación de ciertos emplazamientos potenciales mediante la denominación de algunas zonas como “especialmente protegidas†y la publicación y la difusión pública de los resultados de las evaluaciones sobre consecuencias ambientales podrían mejorar la imparcialidad de este tipo de trabajos.

La naturaleza no tiene una capacidad infinita de recuperación y ya es hora de que nuestras autoridades traten estos temas en serio tomando las medidas que sean necesarias para proteger el Medio Ambiente. 

Autor. Miguel Ãngel Fernández Enrique. Ingeniero Técnico de Obras Públicas con especialidad en Hidrología.

Accede a la primera parte del artículo, aquí. 

Puedes conocer más sobre los últimos números de Cimbra, la revista de Ingeniería Civil del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, en este link.