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La importancia de una metodología BIM

Miércoles, 09 Septiembre, 2020

Hace ya siete años que escribí en mi entonces recién creado blog la primera entrada, “El futuro ya está aquí: algunas consideraciones acerca del BIM”, y creo que, a pesar del tiempo transcurrido, aún conserva su vigencia.

Voy a permitirme el atrevimiento de invitarles a imaginar un futuro en el que los proyectos de construcción se desarrollen en un entorno de trabajo global y colaborativo, donde, en tiempo real, todos los interesados puedan conocer su nivel de desarrollo e integrar su aportación según las necesidades del mismo, evitando duplicidades e ineficacias, optimizando recursos, reduciendo riesgos y garantizando siempre el mejor resultado en todas las fases del clico de vida del proyecto.

También les sugiero que lo anterior se pueda alcanzar utilizando técnicas y herramientas fácilmente accesibles, económicas y productivas, para optimizar los procesos y su rendimiento, donde todos los interesados aporten valor, lo que mejor pueden hacer para alcanzar juntos el resultado óptimo.

Este idílico futuro es ya una realidad tangible, aunque muchos de ustedes no lo crean. El BIM supone tanto para gestores de proyectos como para clientes, técnicos, constructores y usuarios una novedosa metodología de trabajo en la industria de la Construcción, desconocida hasta ahora, que cambiará la forma de comunicarse y trabajar, de diseñar y de construir, de gestionar y de habitar.

Pensar que BIM es una herramienta informática o una gran base de datos con interfaz gráfica supone contemplar la situación con una mirada corta y parcial. BIM debe ser entendido como un nuevo paradigma, la transición hacia un revolucionario esquema integrador en el que se manejan novedosos conceptos, métodos y modelos de relación entre todos los actores interesados para mejorar la eficiencia de la gestión de la información en la Construcción, reduciendo riesgos y ahorrando tiempo y dinero. 

La resistencia al cambio es nuestro peor enemigo, pues el desconocimiento induce al temor y éste, al inmovilismo. El BIM llega para quedarse y, cuanto antes seamos conscientes de esta revolución, mejor podremos reaccionar ante la realidad que se presenta ante nuestros ojos.

Queda por delante un apasionante camino de divulgación, formación e implementación y mejora de procesos. Todo está por hacer y debemos ponernos a trabajar en ello cuanto antes, pues el futuro está aquí.

Desde 2013 hasta ahora, muchas cosas han cambiado y muy rápidamente. Recuerdo que cuando hablaba de BIM muy poca gente –en realidad, casi nadie-, sabía de qué se trataba. 

Hoy, en 2020, casi todas las empresas de diseño, construcción y gestión dicen utilizar BIM como muestra de su compromiso con la innovación, los fabricantes ofrecen “productos BIM” y se cuentan por miles los perfiles de “BIM Manager” que se pueden encontrar en las redes sociales de profesionales. 

A pesar de todo ello, mucha gente argumenta que BIM es muy complicado, que las herramientas son difíciles de manejar, que se necesita mucho tiempo y dinero para obtener resultados, etc. Incluso no son pocos los que creen que BIM “no funciona”. A estos últimos no les falta razón.

¿Por qué para muchos BIM no funciona?

La respuesta a esta cuestión es muy sencilla: BIM no funciona para aquellos que solo ven en ello una herramienta, un programa informático que permite modelar una construcción y poder mostrarla a sus clientes para deslumbrarles. Y no son una minoría.

La irrupción de Autodesk REVIT como instrumento de creación de contenidos ha sido muy bien recibida por los que trabajamos en el ecosistema BIM, pero ha tenido un efecto contraproducente y devastador para la evolución de la disciplina, haciendo creer a la inmensa mayoría de los interesados que BIM es REVIT, es decir, que BIM es una herramienta. Sin embargo, olvidan que REVIT es BIM, pero BIM no es REVIT ni ninguna otra herramienta.

Pero no solo es un problema de herramientas. Yo destacaría dos cuestiones clave por las que BIM no acaba de funcionar bien en las organizaciones: la falta de metodología y la falta de compromiso. Es necesario entender que BIM es una tecnología disruptiva. 

BIM es una tecnología disruptiva

A lo largo de la historia, la tecnología nos ha ayudado a incrementar el rendimiento de los medios utilizados para la producción: la relación entre la producción obtenida y los recursos empleados para la misma.

En el ámbito del desarrollo de los proyectos de construcción, se han ido produciendo avances tecnológicos que han permitido un notable incremento de productividad: hemos pasado de dibujar planos a mano sobre papel vegetal con tiralíneas rellenos de tinta china a hacerlo con ordenadores, pero también, en este caso, hemos pasado de grabar archivos en discos flexibles y enviarlos a los colaboradores a través de mensajería a utilizar el correo electrónico. Los cambios habidos a lo largo de los últimos años son apasionantes.

Hasta la llegada de BIM, todos estos cambios tenían una característica en común: su linealidad. Solo se ha necesitado aprender el manejo de las nuevas tecnologías adoptadas –más o menos complejo- con el imprescindible compromiso de las organizaciones, pero no una metodología de trabajo. Por ejemplo:

  • Seguimos utilizando líneas, sean trazadas a tinta china o con programas CAD. 
  • Las mediciones se siguen haciendo manualmente, con máquina de escribir o con programas específicos.
  • Seguimos encontrando incoherencias entre planos, sean éstos impresos en papel o revisados en la pantalla del ordenador.

Con la llegada de las herramientas BIM, se ha producido un fenómeno curioso. Se piensa que son una evolución de los programas CAD y, como tal, se adoptan. Se pasa, en muchísimos casos de AutoCad as REVIST sin solución de continuidad, como quien instala una nueva versión del programa: es lo que ahora ser lleva, dicen muchos… Y ahí está el error: la causa última de la frustración y el fracaso que tarde o temprano se encontrarán. 

Con BIM, esta evolución debe ser distinta, pues necesariamente debe producir una interrupción en la forma de hacer las cosas, siendo, por tanto, disruptiva. Ya no vamos a usar líneas ni haremos las mediciones como antes, ni siquiera manejaremos planos como antes (atención, que no quiero decir que los planos desaparezcan). 

Para conseguir el máximo rendimiento, tendremos que cambiar conceptos muy arraigados de cómo hacer las cosas, siendo necesario un proceso de implantación, no solo de manejo de herramientas como se hace ahora, sino de adopción de metodologías y compromisos e inversión de tiempo y dinero: se necesita un proceso de implantación metodológica.

No hay BIM sin metodología

¿Qué es una metodología? Hay muchas definiciones del término, tanto lingüísticas como filosóficas, pero la que considero más adecuada para nuestro ámbito de trabajo se encuentra en el PMBoK: “Una metodología es un sistema de prácticas, técnicas, procedimientos y relgas utilizado por quienes trabajan en una disciplina”.

La metodología BIM es, por tanto, un conjunto estructurado de procesos, herramientas y técnicas que permiten la gestión eficaz de la información de un proyecto mediante el trabajo colaborativo entre los diferentes agentes intervinientes sobre modelos digitales computables y a lo largo de todo su ciclo de vida. 

  • Trabajo colaborativo. BIM es, eminentemente, colaborativo, adquiriendo todo su sentido cuando trabajan de forma conjunta los agentes implicados en el proyecto. Por ello, adquiere enorme relevancia la gestión de las comunicaciones del proyecto, los entornos de trabajo colaborativo CDE (Common Data Environment) y la organización del trabajo.
  • Modelo Digital Computable. Denominamos Modelo Digital a la construcción virtual del edificio con herramientas de creación de contenidos. No vale cualquier representación: este modelo deber ser computable, es decir, disponer de información estructurada susceptible de análisis numérico, lo que también se conoce como gemelo digital.

Este modelo digital es una base de datos gráficos, no gráficos y documentales, correctamente estructurados, que se mantiene viva a lo largo del ciclo de vida del proyecto.

  • Ciclo de Vida del Proyecto. La ventaja de utilizar BIM en los proyectos de construcción frente a la forma tradicional, que se ha demostrado suficientemente efectiva hasta ahora, es que ésta considera la interdependencia entre todas las fases del proceso de construcción de los activos, desde su concepción inicial hasta su explotación. De hehco, el mayor beneficio se obtiene en esta última fase, representando entre el 60 y el 85% de coste total.

Esta metodología está orientada a la gestión de la información, la “i” de BIM. La correcta gestión de los atributos de todos los objetos que constituyen el Modelo Digital Computable es clave para el éxito del proyecto. Así pues, llega el momento de plantearse las siguientes cuestiones:

  • ¿Qué atributos se usan?
  • ¿Cómo se estructuran?
  • ¿Quién los introduce?
  • ¿Cuándo se introducen?
  • ¿Dónde se introducen?
  • ¿Cómo se extraen?

Y la respuesta a esas cuestiones nos lleva directamente a la necesidad de disponer de ese conjunto estructurado de procesos del que hablamos cuando definimos la metodología BIM.

Existen diversidad de metodologías para la gestión de proyectos en entornos BIM y éstas pueden ser:

  • Desarrolladas por expertos dentro de la organización.
  • Compradas a proveedores.
  • Obtenidas de asociaciones profesionales.
  • Adquiridas en agencias gubernamentales.

A mi juicio, la más sólida y solvente en la actualidad es la adoptada por el gobierno británico, basada en las series de especificaciones PAS-1192 desarrolladas por el British Standards Institute, que a su vez han servido de base para la redacción de la actual normativa internacional recogida en las series ISO 19650, de las que ya se han publicado las normas EN-ISO 19650-1 y EN-ISO 19650-2.

Las directrices generales de la referida metodología PAS-1192 se basan en un análisis detallado del ciclo de gestión de la información de los proyectos, sobre el que se construye un conjunto de procedimientos que deben ser aceptados por todos los intervinientes y que se constituye en las reglas de juego del desarrollo del proyecto. Estos procedimientos ni son novedosos ni nos deben resultar extraños ya que representan, ni más ni menos, una transposición documentada de nuestra forma habitual de trabajar, pero convenientemente estructurada.

Los tres procedimientos básicos que recoge esta metodología son:

1. Establecer los requisitos de intercambio de información entre las partes. Es responsabilidad del promotor del proyecto –a través del gestor designado- establecer estos requisitos, que se recogerán en el documento denominado EIR o Requisitos de información del Cliente (Employer Information Requirements, también conocido como Exchange Information Requirements en la normativa EN-ISO 19560). Se trata de un documento contractual de prelicitación donde se establece la información que entregar y los estándares y procesos que han de ser adoptados por los proveedores como parte del proceso de entrega del proyecto.

          Entre otras, este documento debe recoger cuestiones como:

  • Plataformas de software.
  • Formato de intercambio de datos.
  • Fases del ciclo de vida del proyecto.
  • Nivel de información requerida (niveles de detalle e información).
  • Roles y responsabilidades.
  • Entregables del proyecto. 

2. Definir un plan de ejecución del proyecto BIM. Cada uno de los proveedores principales (arquitecto, ingeniero, supervisor, constructor, etc.) debe explicar cómo cumplirá los requisitos de intercambio de información establecidos en el EIR, para lo que debe redactar un documento denominado BEP o Plan de Gestión del Proyecto BIM (BIM Execution Plan) que debe recoger, entre otras, cuestiones como las siguientes:

  • Objetivos acordados del proyecto.
  • Autoridades.
  • Estrategia de obtención de datos de activos existentes.
  • Escalas de dibujo. 
  • Formatos de archivos de intercambio. 

Es conveniente que el promotor defina un modelo de base de BEP precontractual que sirva de guía para el desarrollo de los documentos de los proveedores. 

3. Preparar un plan general de intercambio de la información. Antes del inicio del proyecto, es necesario establecer documentalmente cuándo se preparará la información de proyecto, por quién y qué protocolos se utilizarán, incluyendo todas las tareas relevantes que realizar por los proveedores principales. Este documento se denomina MIDP o Plan General de Intercambio de la información (Master Information Delivery Plan) y en él se establecerán, entre otras, las siguientes cuestiones:

  • Reglas de modelado.
  • Criterios de clasificación de objetos y materiales.
  • Matriz de tareas y responsabilidades.
  • Protocolos del proyecto (coordenadas, unidades, etc.).
  • Entorno colaborativo de Datos (CDE) y reglas de uso.

Este documento debe ser utilizado por el gestor del proyecto para coordinar el intercambio de la información entre las partes intervinientes y puede estar sometido a modificaciones a lo largo del desarrollo del proyecto. 

No hay BIM sin compromiso

Para el éxito de un proyecto BIM es imprescindible un compromiso dentro de las organizaciones interesadas y este compromiso debe darse de forma bidireccional entre los mandos y los profesionales encargados de realizar los trabajos. 

La mayoría de los fracasos que he detectado en la implantación de la metodología BIM los he encontrado en este punto. Puede que los altos responsables de la organización quieran adoptarla, pero de nada sirve si los encargados de realizar el trabajo no están firmemente comprometidos con iniciativa. Lo mismo pasa al contrario. 

Hay que tomar conciencia de que se necesita un aprendizaje, una adopción rigurosa de tecnología y de procedimientos que requiere una importante inversión de tiempo y recursos.

El retorno de esta inversión puede parecer lento al principio, pero su rentabilidad está fuera de toda duda: hay que sembrar para recoger.

Las claves del éxito de un proyecto BIM

Para abordar con éxito un proyecto BIM es imprescindible, como se ha expuesto, disponer de una metodología sólida y tener el compromiso de las organizaciones intervinientes.

No es suficiente, por tanto, asistir a cursos de iniciación en programas de modelado y lanzarse directamente al BIM relativo (el BIM que nosotros hacemos), lo que va en contra del principio de colaboración que debe regir en la aplicación efectiva de la tecnología. Todas las organizaciones intervinientes se deben preparar para la adopción de los cambios necesarios con una asesoría profesional que les guíe, tanto en los aspectos culturales (compromiso) como organizativos (metodología). No podemos permitirnos el lujo de inventar continuamente la rueda.

Autor: Manuel Bouzas Cavada. Arquitecto y Director de EasyBIM.


Artículo incluido en el número 417 de Cimbra, dedicado a BIM.